El pasado día 27 de abril un grupo de estudiantes intentó entrar al Consejo de Gobierno de la Universidad de Zaragoza para expresar su protesta por el adelanto de las convocatorias de los exámenes de septiembre, contradiciendo la versión de la Vicerrectora de Estudiantes, que aseguraba haber mantenido conversaciones con los representantes de los estudiantes y haber obtenido su apoyo.
El Servicio de Seguridad mantuvo un forcejeo con los estudiantes, uno de los cuales recibió golpes y empujones. Paradójicamente, en esa misma sesión del consejo se nombraba la Comisión de la Convivencia Universitaria.
Los estudiantes fueron autorizados finalmente a intervenir en la sesión, en la que expresaron las razones de su disconformidad y abandonaron la sala sin más incidentes. Cabe preguntarse ¿Cuál era la peligrosidad de los presentes para ser merecedores de un trato semejante?.
No podemos considerar esto como un hecho aislado.
La Unidad de Seguridad ha impedido el paso o controlado a los asistentes en movilizaciones y actos reivindicativos de la comunidad universitaria, y en otras ocasiones han desplegado un número innecesario e intimidatorio de efectivos de vigilancia ante concentraciones de personas que no revestían ninguna peligrosidad. Tales actuaciones no solo son de dudosa legalidad, sino que el mensaje que envían es moralmente inaceptable. No solo están impidiendo o limitando tales actividades; también las hace parecer reprobables o peligrosas; siembran la desconfianza y desalientan la participación y el ejercicio del más elemental derecho a expresar la discrepancia, expresión que no ha de limitarse a los cauces que la dirección considere oportunos.
La Universidad forma profesionales, investigadores y docentes del más alto nivel. Cuando se mencionan las cualidades que deben acompañar de esa formación siempre se mencionan la participación y el espíritu crítico, indispensables no solo como intelectuales sino como ciudadanos en una sociedad democrática.
De la vida universitaria de tiempo atrás, en momentos más difíciles y de mayor tensión, se valoran positivamente la implicación, compromiso y creatividad ¿Por qué ahora se las considera como sospechosas, malintencionadas o directamente peligrosas? Los actuales protocolos de actuación deben cambiar. Rechazamos de plano la pretensión de considerar a toda persona discrepante como un presunto delincuente. Dado que la Unidad de seguridad sigue las directrices de su equipo de gobierno, les corresponde a ustedes cambiar esos patrones, y revisar su propia actitud hacia la comunidad universitaria; valorando la participación, aceptando la crítica y tratando a sus miembros con dignidad y respeto